miércoles, 10 de junio de 2009

UNA HISTORIA CUALQUIERA




CAPITULO 1


El café estaba en la avenida Nazca, entre Gaona y Neuquén, en la acera de los números pares, y sus habitués eran casi todos de origen árabe y hablaban en castellano ó en dialecto siriolibanés: como decían los pibes de Floresta, “hablaban en turco”. Tenía dos mesas de billar, y todos los del barrio lo llamábamos “La Humedad” por las goteras que exhibían sus techos cuando “el Cielo se había puesto a llorar”…A cierta distancia de allí, en Gaona y Boyacá, estaba el otro “Café La Humedad”, al lado de la comisaría 50, al que le cantara Cacho Castaña en esa época, pero, insisto, para nosotros, “la humedad” era el de Nazca. Allí paraban dos hermanos muy amigos míos, los Cohen Freue, compañeros de la Facultad de Medicina, en cuya casa solíamos estudiar juntos las materias de los primeros años, en el patio, donde había una piscina de vidrio algo precaria, en la que tenían sardinas vivas, que pegaban saltos fuera del agua, por lo que el gato de los Cohen estaba siempre atento, a pesar que le colocaban una tapa de cartón grueso. Realmente era muy entretenido estudiar con Alberto, el hermano menor: tan entretenido era, que yo trataba de evitar ir a su casa porque las sardinas eran más interesantes que el libro de Anatomía, y además tomábamos café “a la turca”, que era riquísimo, a cada rato.- En la década de los “50” nuestro país fué sacudido por una tremenda epidemia de Poliomielitis, durante la cual los servicios hospitalarios no daban abasto por la enorme cantidad de gente que consultaba y concurría a recibir la vacuna “Salk”. En el barrio todos los chicos concurrían al hospital Alvarez, lo cual era un calvario, hasta que los hermanos Cohen, apoyados por todos los vecinos, coparon el café “la humedad”, e improvisaron sobre las mesas de billar, que se cubrieron con sábanas impecables, un centro de vacunación para todo el barrio y que funcionaba todo el día. Los hermanos Cohen eran practicantes del Alvarez, que se vió algo desahogado con esta iniciativa, donde colaboramos todos los de esa barra, el que habla, y también Marcos Weimberg y el gordo Bernardo Kleiman, que íbamos y veníamos varias veces por día en busca de las jeringas, agujas y demás insumos para vacunación: y todo eso contemplado con admiración por los parroquianos del bar, que esperaban pacientemente afuera, para mantener el improvisado Vacunatorio (y despacho de bebidas), impoluto totalmente, en bien de la Salud Pública…Pero también fue la Gesta de numerosas muertes de inocentes, de horribles secuelas de discapacidad motora y respiratoria, de los antiguos Pulmotores, y de los actos heroicos del personal sanitario de todas las jerarquías, en el central campo de batalla del Hospital F.J.Muñiz de Buenos Aires.-Sea esta, la primera Historia Cualquiera-

2 comentarios:

Vicky E.Durán dijo...

Amigo. Me he quedado maravillada por la capacidad que tienes para el relato, tomando en cuenta hasta el mínimo detalle de los recuerdos... como ese gato pendiente de las sardinas saltarinas!... que bello todo eso amigo, sin querer me haces que me imagine como son los dias de practicas y estudio de mi sobrino Isaí, que va a la mitad de la carrera de Medicina y precisamente hace como un mes ha viajado al poblado de San Quintín, Baja California Mexico a sus primeras prácticas!...
Besos
tqm
Vickie

JOTACET dijo...

-QUERIDA VICKINA: ESOS TIEMPOS,MIS AMIGOS, LAS SARDINAS SALTARINAS Y EL GATO DE KOHEN, EL LIBRO DE ANATOMÍA DE TESTUT...AQUEL BAR, SON TAN INOLVIDABLES COMO AQUELLA MALDITA EPIDEMIA DE POLIOMIELITIS QUE SE LLEVÓ A TANTA GENTE, Y TANTA OTRA CON SECUELAS QUE DEBÍ TRATAR Y CONSOLAR TANTOS AÑOS DESPUÉS- NO SABES LO QUE ES ENCONTRARTE EN ESTE RINCÓN, QUE A VECES NADIE LEE,O LO HACE POR COMPROMISO- TQM,DIOS TE BENDIGA-
JOTACET