viernes, 19 de octubre de 2007

EL ARRABAL


El arrabal, alguien dijo que era amargo
y sin embargo
es incapaz de borrar las alegrías
los deslices de los pibes y las pibas
que a su manera creen ser felices
entre los sesgos miserables del letargo…

Las transadora es, como en un tango
…transitando las calles por un mango
siempre jugando la vida en esa rula
y estar siempre dispuesta con su chulo
aunque almuerce doscientas capsulitas
creyéndose orgullosa, mejor mula…

El ambiente orillero es putarraco
con alcagüetes, fierros, taquerías
que al fin y al cabo, resultan cofradías
de la blanca, que resulta paco
pero adicciona, virulanas con morlacos
y hace neuronas, que son de utilería.

Y por eso yo siempre me pregunto
¿qué es tener calle, hermano?
Será aprender, sabérsela bien lunga…
…o hacer la farra, tan solo con la mano…
y terminar gozando el dunga-dunga
como en el cuento aquel, de un africano…

La conclusión es fácil…
si yo no me equivoco, (y no soy gil),
las trampas de la calle son de a mil
aunque parezca que se está en la joda
y el malevaje se crea estar de moda…
¡una reja, será su triste fin…!

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