jueves, 23 de agosto de 2007

AMANECER EN LA COSTA


El picaflor libaba en resolana
el elixir sin par de Madreselvas
mientras la yarará descansaba entre la hierba
y el rocío de Mayo, en la mañana.

El pico suavemente por el pecho
Pasaba indiferente una torcaza
Mientras el venteveo, en “su” casa
Contemplaba las crías en el lecho.

La comadreja al pasar, de rama en rama
Llevaba la comida a sus pequeños,
Y las dos lagartijas, como en sueños
Jugaban, a una piedra encaramadas.

Los verdes pinos mecían suavemente
El extremo deltoide de sus ramas
Y yo alisaba con mi mano viejas canas
Y emprolijaba el mundo con la mente.

El verde mar, refugio de Alfonsina
Rumoreaba su ritmo, con el viento…
Todo me hacía sentir, como me siento
Con esa paz celestial que me domina.

No hay comentarios: