El pibe la miraba, mendigando,
a la madre harapienta y sin remedio
y con sus mocos verdes, él pensaba:
¿cuándo nos rajaremos con el Nazareno?
La mujer sonreía y daba gracias
a la limosna mierdera de un longevo
y el pebete, pelo lacio, elucubraba
¿nos estará esperando el Nazareno?
Llovía y los dos parias se mojaban
y el vigilante los fichaba, serio…
pidiéndoles, por favor, que circularan
porque si no, los llevaría presos…
Ella se levantó, agarró al purrete
y en la mano, contó como dos pesos…
y prometiéndole al nene, un gran banquete
se fue llorando con el rostro tieso-
Fueron a un bar, y ella pidió la leche
que el mozo les sirvió de mala gana…
pidiéndole que luego se retire
“porque su aspecto, al dueño no le agrada”-
Y tomaron los dos de un solo vaso
y en la mesa dejaron los dos pesos…
y él murmuraba, tomándola del brazo:
¡Al fin nos vamos con el Nazareno!
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