lunes, 20 de agosto de 2007

LA AÑORANZA


Se fue a espiar entre la ligustrina
rastros postreros del malandrinaje
y le subió muy alto el amperaje
y empezó a lagrimear como una mina…

Dónde se encanutaron, en qué runfla
se habrán metido, ya viejos, sus amigos…
buenos gomias, pero algo pervertidos
con el bagaje aprendido en Cufa.

Es cierto, había un turro que fajaba a las minas
por mancarles jotraba, porque eran esquenunas
y ya en todos los barrios, los tipos las rejunan
por sotas y diqueras, por putas samporlinas.

Sobraban los otarios de yuguiyo
y siempre a punto para el apuntamento
que en la casimba les sobraba el vento
que bolsiquiaba el fioca poligriyo.

También estaban los de Salidera,
de Furca, Escruche, de Lanza, y sin bochorno…
bastaba con vistiar alguien “al horno”
y mandarlo “acostado” a la catrera.

No era Esa la Mersa que Añoraba
desde el jardín con verde ligustrina…
sino a aquellos “taitas” respetuosos de las minas…
con Código Irrompible, costumbre ya Olvidada!

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